Destellos de luz en el camino by Joan Carles Trallero

autor:Joan Carles Trallero
La lengua: spa
Format: epub
editor: La Vanguardia Ediciones
publicado: 2017-03-24T00:00:00+00:00

Ecos de una carta

Aquella carta no era como las otras. Recibían con relativa frecuencia cartas o notas de agradecimiento de familiares de los pacientes a los que habían atendido en el final de sus vidas. Todas eran importantes, todas tenían su significación, pero aquella, por su contenido y por lo que evocaba, era muy especial. Y es que Santi había sido un paciente muy especial, y M.ª Rosa una cuidadora excepcional.

Estaban los tres sentados alrededor de la mesa con una copia en las manos de la carta que M.ª Rosa les había enviado. Y leyendo y releyendo aquellas líneas, con emoción contenida, recordaron cómo había sido todo el proceso de acompañamiento de Santi durante varios meses. Los tres eran nombrados en aquel lúcido y conmovedor texto, así como algunos otros miembros del equipo que habían participado en algún momento en los cuidados paliativos de Santi. Pero Rita, como médica, y Julieta, como enfermera, habían llevado el peso del seguimiento y de las numerosas visitas en el domicilio. En cuanto a César, había tenido un único contacto directo con ellos durante su paso por el hospital.

“Han pasado dos meses desde que murió mi marido…”.

M.ª Rosa se había tomado su tiempo para escribirles. No debía ser sencillo resumir en palabras tanto sentimiento, tanta vivencia, sumida en el dolor y en la profundidad de la pérdida.

“… pérdida, qué rápido se escribe, qué palabra más corta, pero qué sentido tan profundo tiene cuando se refiere a una persona amada…”.

A ellos también les despertaba sentimientos y recuerdos, que aún estaban recientes. Julieta había sido su enfermera durante los ocho meses que Santi permaneció en casa tras su salida del hospital y hasta el último día. Muchas visitas, muchos encuentros humanos, toda una experiencia de acompañamiento, durante la cual aportó no sólo su profesionalidad y todo el despliegue de cuidados y técnicas de enfermería que tan bien conocía, sino que aportó su jovialidad, su alegría, su desenfado. Eso le permitió establecer un vínculo invisible pero absolutamente real con Santi, que, cuando ya no podía hablar y apenas podía hacerse entender (ni entendía), iluminaba su cara con una sonrisa ante la presencia de Julieta y su forma de tratarlo.

“Julieta, cuántas sonrisas le arrancaste hasta el último momento. Gracias…”.

Rita y César también recordaban, desde el inicio. Las cosas no habían empezado nada bien.

Cuando lo conocieron en el hospital, hacía apenas dos meses que le habían diagnosticado la enfermedad. La oncología no podía ofrecerle ningún tratamiento curativo, y el pronóstico era muy malo. Santi tenía 66 años y había llevado una vida completamente normal hasta poco antes del diagnóstico. Aquello se había terminado para siempre. Como mucho, podía plantearse una radioterapia con finalidad paliativa. Pero eso todavía estaba por decidir.

Tomar decisiones. Algo que hacemos constantemente. Ante dos o más alternativas, ante varias opciones, valoramos, evaluamos, pensamos (o actuamos por impulso), y decidimos, escogemos. Cuando el asunto sobre el que hay que decidir es importante, no sólo es primordial la

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